
Una de las cosas que más me divierte de caminar por un bosque es ver aparecer a uno de esos gigantes de otras eras, que han sobrevivido silenciosamente, alcanzando dimensiones fantásticas. Uno va por el bosque, habituado a un cierto grosor promedio de los troncos y de pronto las proporciones se rompen absolutamente. Este es un coigüe que vive en el bosque cercano al Hotel Robledal, en Las Trancas. Quién sabe desde cuando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario